Reflexiones y notas a propósito de los libros:
P. Berger i Th. Luckmann (1977) Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. Paidós: Barcelona.
Beck, Ulrico y Beck-Gernsheim, Elisabeth (2003) La individualización. El individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas. Barcelona: Paidós.
Modernidad, Pluralismo e individualismo no son conceptos, o realidades sociales, que por sí mismos deban preocupar. Otra cosa son sus consecuencias sociales, políticas o personales. Sin embargo, sí que nos llama más la atención el problema de la crisis de sentido. Consideramos que esta, el sentido, es la tarea básica de la vida social. Sin aparentes más complicaciones, pero tan sumamente complicado, esto quiere decir proporcionar un mundo ordenado (no caótico) y con continuidad. No debemos olvidar que somos mortales, “memento mori”, pero debemos pensarnos hacia el futuro. Ignoro si animales y plantas son capaces de vivir en el tiempo presente (el único tiempo real, claro está), pero la vida humana consiste en prever nuestras acciones. Esperamos y actuamos abocados al futuro.
La reflexión filosófica del s. XX ha puesto de manifiesto la preocupación por el sentido y la crisis de nuestras sociedades, modernas, plurales, individualistas y, ahora también, globales, para proporcionar unas dosis suficientes de sentido. La crisis de la razón y el problema del sentido han centrado buena parte de la filosofía contemporánea. La denominada “filosofía de la sospecha” (Marx, Freud, Nietzsche) son un buen reflejo de la crisis (y ruptura) y marcan los retos por donde deberá seguir el pensamiento filosófico. En esta entrada, me centraré en algunos de los concomitantes sociales (¿causas?) que pueden ayudarnos a entender el sentido de la crisis de sentido y algunas de sus consecuencias.
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